Los hilos que mantienen la fiesta a todo ritmo son delgados, pero, por ahora, parecen sólidos. En cierta forma, la sociedad parece haberse acostumbrado a convivir con una administración con dos caras: la económica, liberal en sus formas y sus objetivos, como siempre es pregonado, y la política, con modos y estética casi kirchneristas, y repleta de exabruptos y frases altisonantes. Por ahora, el éxito del programa económico mantiene en segundo plano los sentimientos negativos que podría despertar el controvertido manejo político de La Libertad Avanza (LLA), de su “brazo armado” (como se autodefinen los troles libertarios) y del Presidente, empeñados en atacar a propios y extraños a jornada completa. Nada que no hayamos visto en otros.
Lo cierto es que, por extraño que parezca, aún desde la administración LLA todavía parece una fuerza anti casta. Su conformación, bastante inorgánica, a veces desordenada, y con una variedad de librepensadores entre sus filas, da sustento a la creencia. ¿Puede esto seguir así camino de octubre de 2025, cuando ocurra la elección legislativa?
Es un desafío que el nombre de Milei no esté en las listas de candidatos para enfrentar a una oposición que se ve alicaída. Esa falencia es la que probablemente haya forzado a un giro en la estrategia política. Karina Milei y Martín Menem iniciaron el proceso de llevar a LLA a todas las provincias. Y la misma Karina Milei encaró el proceso de crear la Fundación Faro, un centro de pensamiento que, al parecer, se ocupará de la formación de los candidatos libertarios al Congreso. Se trata de convertir a la turba actual en una organización. ¿Está en ciernes una nueva casta? Lo que no está puesto en duda es el verticalismo, ni la certeza de que el Presidente y su círculo íntimo son conscientes de lo que se pone en juego en octubre de 2025.
LLA necesita aumentar de manera rotunda su representación parlamentaria, para confirmar que todo seguirá conforme al plan. No parece complejo imaginar que tendrá más diputados y senadores que ahora, pues en 2021, cuando el partido se presentó apenas cinco meses después de su fundación, tuvo una cosecha acorde con la novedad. El número que obtenga, y cómo lo obtenga (si le restará votos a la oposición dialoguista o a la oposición más rancia), no son temas ante los que el mercado y la política quedarán indiferentes.
El Gobierno tiene mucho para ganar, pero también corre un riesgo grande. Si no logra aumentar de manera sustancial su representación parlamentaria, podría ver truncada, o el mercado financiero podría suponer que se vería truncada, su capacidad de obtener legislación que sustente el plan de gobierno. Si disminuyera el entusiasmo del mercado financiero, que ha sido un acompañante fundamental para que el esfuerzo fiscal se traduzca en mejoras concretas para la gente, podríamos volver a momentos más duros para la economía.
La cara de la economía le sonríe al Gobierno, y le permite algunos deslices con su cara política. Nada hace prever que le deje de sonreír, pero sabemos que los mercados son veleidosos, y que las cosas no sólo dependen de lo que nuestro Gobierno haga. En el afán de minimizar los riesgos, LLA ha comenzado el proceso de construir su propia casta.