Por "El Analista"
Enlodados en una pelea de egos, la cual debería ser dirimida en un diván, ante tantos complejos personales que se ponen por encima de la necesidad de la ciudad más pobre del país.
Nadie pone en duda que la ambición es necesaria en quienes deseen conducir el gobierno local, pero esto pareciera más un duelo personal que de proyectos políticos.
El peronismo concordiense evidencia la falta de un proyecto político unificado, carente de un liderazgo que supieron detentar hombres como Busti o el propio Urribarri.
Llamativamente, el partido que cuenta con la mayor estructura de fiscales no logró asegurar la transparencia en su propia interna. Todo lo contrario: pareciera que se encargaron de oscurecerla (teléfono para los fiscales de la oposición).
No se creen entre ellos y dejaron al descubierto que ese lema de la democracia “el que pierde acompaña” es tan sólo una frase hecha.
La imagen recurrente en los grupos de redes sociales es la del dueño de la pelota en el potrero que cuando no le cobran lo que le parece, toma el balón y se va, dejando a todos atónitos ante una actitud infantil. Eso parece el peronismo concordiense hoy; quizás la pelota no sea de futbol sino de básquet.
Si bien la junta electoral dio por ganador a Gay, previa resolución del juez Ríos, Giano apeló dicha medida. Aunque los antecedentes de la Cámara Nacional electoral no le favorecerían, todo puede cambiar. A cada vez menos gente le importa, esa es la realidad.
La confusión en la ciudadanía que aún le interesa la interna peronista es total, máxime que aún no hubo –nadie sabe si habrá- foto de unidad.
Asueta ya adelantó que vuelve a la actividad privada (entre líneas manifestó que no se sumará al gobierno que debería encarar Gay, y menos con Bahl, al que los propios le pronostican una derrota asegurada); Francolini, quien en un primer momento se mostró en apoyo de Giano, no hizo lo mismo con Gay. La fractura es expuesta y nadie está interesado en solucionarla.
Diferencia con quienes perdieron la interna de Juntos que no sólo posaron para la foto de rigor, sino que han comenzado un trabajo articulado.
Ambos dirigentes únicamente coinciden en que les gusta el básquet, sus apellidos empiezan con G, y ven atónitos la postura del gobernador, que jugó con todos, pero diciéndoles lo contrario a cada uno.
Estos hombres que pugnan para gobernar la ciudad más pobre del país, ciudad que es gobernada por el peronismo desde el advenimiento de la democracia, han perdido de vista que ninguno de los dos fueron los más votados.
La miopía que se advierte es de tal magnitud que genera temor en varios referentes del oficialismo, que ven cómo, sigilosamente, dos adversarios vienen trabajando con mayor velocidad. No se olviden de Milei y sus libertarios.
Una breve recorrida por sus redes denota dónde tienen su atención; nada dicen de la feroz devaluación, como si fuera una reprimenda que el gobierno nacional dispuso.
Tampoco hacen siquiera mención de los problemas que vive a diario la ciudad, que deposita sus esperanzan en el aluvión de turistas uruguayos, porque luego el mercado interno está en crisis.
Una foto de Gay y Giano juntos sería un retrato de la hipocresía propia de los políticos profesionales, dicen los más optimistas. Otros sostienen que esa foto nunca llegará, para pasar luego a un debate de quién en definitiva será el responsable de perder Concordia, la que fue bautizada una y otra vez capital del peronismo entrerriano.
La realidad es que en las huestes peronistas hoy reina la subjetividad y la pasión por sobre la razón. La campaña empezó el mismo domingo, sólo que no saben que todos juegan para el adversario, que los mira en silencio, pero sabiendo que la historia podría cambiar.
Todo es dinámico como la sociedad líquida, pero el hartazgo de una Concordia que lidera siempre las peores noticias (femicidios incluidos), debería ser un llamado de atención de los políticos profesionales, quienes han vivido y viven a diario de los impuestos que los ciudadanos pagan.
Siempre latente la pregunta: ¿quién votó a Milei? Se hace tan obvia la respuesta, que aún seguimos evitando responderla.