Su deceso se produjo en el mediodía de este lunes por una insuficiencia cardíaca que arrastraba desde hace años, sin que por ello mermara su compromiso apostólico junto a las barriadas de la zona sur de Concordia.
Defensor de la inclusión de los pobres; impulsor de la Defensa Sur que hoy protege a miles de habitantes de la capital del citrus; creador de instituciones como el Hogar de Día, la Escuela Gruta de Lourdes y la Casa de los Gurises entre otras; perseguido durante la dictadura militar por su compromiso social; amigo de Monseñor Ricardo Rösch a quien acompañó hasta su muerte; el Padre Andrés, como le decían los vecinos, deja un vacío imposible de llenar.
Un reportaje reciente
Hace apenas unos meses, había concedido una entrevista al Diario Redes de Noticias, en la que aportó reflexiones de enorme profundidad sobre la exclusión social y el avance de las drogas:
Padre Andrés Servín: A la droga se la compra a dos manos
Confieso que estoy cansado, estoy harto de esa política que no da respuestas, expresó.
Estamos en un momento de involución social, donde la pobreza y la exclusión deterioran la vida de las personas, lamentó el Padre Andrés Servín, párroco de nuestra ciudad. A la droga se la compra a dos manos, denunció.
Al frente de la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes desde 1985, el padre Andrés Servín despierta admiración y afecto entre los vecinos de la zona sur de Concordia. Su misión pastoral, su humanismo y su sensibilidad social hacia los pobres, lo han transformado en una referencia pocas veces vista.
Durante una extensa entrevista, Servín dice lo que piensa sin rodeos. Desde el tráfico de drogas, la pobreza y la asistencia social hasta la política y los políticos o la ley de medios.
Acá tenemos ideologías en frasquito, palabritas totalmente fuera de foco. Confieso que estoy cansado, estoy harto de esa política que no da respuestas, expresó. Mi mayor deseo es que la dignidad de la gente sea respetada, estamos en un momento de involución social donde la pobreza y la exclusión deterioran la vida de las personas. Y uno quisiera un país un poco más normal y en paz, manifestó.
¿Usted observa que en los últimos años se multiplicaron los kioscos de drogas en la zona?
Sí, sí. Todos lo saben... es complicado. La policía no puede intervenir porque se trata de un delito federal y tiene que llegar una orden del Juzgado de Concepción del Uruguay. En tribunales me han dicho los fiscales que no pueden hacer mucho cuando es un delito federal, ni siquiera la policía provincial puede pedir un allanamiento. Y los federales son pocos. No hay una política de unificación de fuerzas.
Naciones Unidas ha dicho que el narcotráfico es posible porque hay complicidad en la política, en la justicia y en las fuerzas de seguridad. Acá se han hecho unos chalet bárbaros, grandes negocios, 4 x 4. Por eso me interesó una noticia que leí de Rosario sobre que van a empezar a investigar el movimiento del dinero y su blanqueo. Porque, en última instancia, podés arrasar con el kiosco - bunker, pero hay que ir donde está.
Considero que el tráfico de estupefacientes constituye un fenómeno incontenible si no se lo combate a gran escala. Podemos hacer una pequeña tarea de prevención, tratar de juntar los escombros de una persona que ha sido destruida, pero escapa totalmente de nuestras manos. Son necesarias políticas nacionales. En el Sedronar (Secretaría de lucha contra el narcotráfico) desde que en febrero renunció Rafael Bielsa no nombraron a nadie, es un organismo acéfalo. Argentina es el primer consumidor de cocaína en América latina y el tercer exportador. Como dicen los gurises, se compra a dos manos. El problema es serio. Y abarca a todos los sectores sociales.
Desde la intervención del INDEC, el organismo que mide las variables socioeconómicas ha quedado desacreditado. En ese marco sólo queda apelar a la observación. ¿Cuál es su percepción sobre la pobreza en Concordia?
La pobreza durante un tiempo disminuyó, pero después se estancó y crece. La pobreza siempre es pobreza, salvo la voluntaria. Yo distingo la pobreza que conocí -hace 44 años que estoy acá- y el bagaje de valores que tenía una familia pobre era extraordinario, la solidaridad que existía, había códigos elementales, un pobre jamás le robaba a otro pobre. Era otro mundo. Hoy el deterioro que causa la pobreza es mucho mayor. Creo que la gente todavía no tomó consciencia sobre la distinción entre pobreza y exclusión. Antes el marginado tenía cierta movilidad social por la que podía conseguir su trabajo, realizar su oficio, salir de una situación de pobreza a través de un trabajo digno. La exclusión ya no es una línea que marca un margen donde es posible pasarla y escribir tu propia historia. Por un lado, el mundo ha crecido tecnológicamente, las exigencias del trabajo han variado enormemente, las herramientas necesarias para insertarse son otras. Entonces hay una gran población que está del otro lado del muro. Ese muro es la exclusión, es el que sobra, el que no puede atravesarlo. Y por otro, el mundo del consumo, ese chico que anda por la peatonal y pega su nariz contra la vidriera y sabe que ese mundo no es suyo. Entonces, se desata esa violencia desproporcionada por un par de zapatillas.
En el centro se observa a diario que la gente consume, compra electrodomésticos, autos cero kilómetro, sin embargo la estructura social parece no modificarse. ¿Qué piensa?
Concordia es un microcentro con 80 barrios, algunos más pobres, otros un poco menos. Hoy la palabra inclusión perdió la fuerza y su contenido. Decimos que a todos los incluimos y realmente no es así. Porque yo incluyo a alguien que está excluido cuando revierto una situación. Y se revierte con escolaridad y con trabajo digno.
Es grave la deserción escolar de chicos cada vez más chicos, tanto como la inasistencia. A veces uno simplifica diciendo que los padres son responsables, pero además estoy convencido de que no se tiene la batería de recursos para que un chico esté sí o sí en la escuela. Todos los planes sociales tendrían que estar condicionados a salud y educación. Si no, no hay plan social.
El gran error de los planes sociales es no buscar dar un paso adelante, simplemente es una ayuda de emergencia en respuesta a un problema. Nosotros abrimos el comedor comunitario en 1982 cuando cerraron las fábricas y se perdieron miles de puestos de trabajo durante la dictadura. En 1985 Concordia duplicaba la media nacional -poco más del 6%- con una desocupación del 13%. Con el Proceso desaparecieron 7 mil puestos de trabajo.
Cuando surge el problema de los carros hace dos años, una concejal me llama para hacer una reunión y yo me acordaba de un recorrido que hice por América Latina. En El Salvador, en 1969, había una monjita argentina de las Hermanas Paulinas que tenía una librería y había hecho una cooperativa de motocarros. Un día fue a buscar a la estación varios paquetes de libros. Y la changa era el carrito tirado por un caballo, la mujer trataba de ayudar empujando. Entonces se le ocurrió la idea del motocarro, que luego se utilizaron incluso como fletes. Y pensaba en la cantidad de motos decomisadas que nadie reclama. Y digo ¿por qué no empezar a dignificar ese trabajo? Hay mucha gente que va a buscar y ya sabe que en el restorán o en la panadería les entregan bien envuelta la comida. Y ojalá que el día de mañana todos puedan ir a una planta de reciclaje de residuos y puedan vivir del reciclado. Si Federal y Chajarí han construido una ¿por qué nosotros no podemos tenerla?
(Hace una pausa y medita unos segundos) Los gobiernos, cualquiera sea, deben dar continuidad a los proyectos, por eso están los puestos del Estado, para servir al bien común, no para servirse.
¿Comparte la visión sobre la brecha abierta entre familiares y amigos por razones políticas?
Lamentablemente muchos rompen sus relaciones o se evitan. Se ha creado una suerte de fanatismo y la política ya de por sí tiene sus tensiones, pero cuando se vuelve fanatismo ya no se reconoce al otro. Y no está basado en las ideologías, no estoy con la muerte de las ideologías, éstas son ideas fuerza. Acá tenemos ideologías en frasquito, palabritas totalmente fuera de foco. Son pavadas. Se nombra a una educadora Promotora de Derechos. Nosotros nacimos en el 64 como Hogar de Día Nuestra Señora de Lourdes. Ahora somos Institución Socioeducativa.
Lógicamente que el Gobierno ha marcado una raya. Hasta acá los amigos -que no siempre van a estar-, del otro lado los enemigos o traidores, y la política no es así. Confieso que estoy cansado, estoy harto de esa política que no da respuestas. Los problemas se pueden solucionar. Pero, cuándo vamos a ser serios. Hemos negado hasta la inflación, cifras elementales. Teníamos un INDEC respetable. Por ahorrar un poquito con los bonos, perdimos todo el prestigio. Debe haber claridad, coherencia. Uno ya tiene muchos años y ya sabés que llega un momento en que esto hace un crack. Y sufrimos todos. Dios quiera que seamos sensatos, pero en este momento estamos mal. No es la crisis del 2001, aunque la crisis no empezó en el 2001. Antes estuvo la segunda parte del gobierno menemista.
Por momentos parece que piensa en voz alta, reclina su cabeza hacia atrás, hurga en sus recuerdos y en forma imprevista los trae del pasado. Por pudor, como gobernante viví de tu sueldo, no podés enriquecerte. A Arturo Illia lo derrocaron, renunció a su jubilación de presidente y vivió de su trabajo hasta el final.
Y sigue: Confieso que con Néstor Kirchner nunca simpaticé porque yo sabía que evidentemente en el Proceso no se jugó. Estuvo dos noches preso.
¿Cómo lo sabía en aquel tiempo?
Por los mismos amigos, que después siguieron comprometidos en instituciones como la Asamblea Permanente de Derechos Humanos. Ya antes con la Triple A traíamos gente y nos arriesgábamos. Tuve amenazas, pero el obispo se plantó y no dejó que me tocaran.
Cuenta que a Hebe de Bonafini la conoció junto a otras madres durante la dictadura, me acuerdo que quería envenenar a todos. En contraste, mencionó a la periodista y legisladora, Norma Morandini, que sufrió el secuestro y la desaparición de dos de sus hermanos y vivió en el exilio; y a Graciela Fernández Meijide que padeció la muerte de su hijo. Jamás usaron políticamente a sus familiares, apuntó.
¿Lo sorprendió el fallo de la corte sobre la ley de medios a dos días de las elecciones?
No. No hay sinceridad en todo esto. Si vamos al interior, no sé cuantos medios independientes hay. No es fácil. No se pueden sostener. La Corte no ha mirado situaciones que se han dado y no ocurren en otros países. Parece mentira. Es evidente que si no me gusta un canal busco otro. Y los resultados de las elecciones no cambiaron por un grupo o la corpo. Y un monopolio lógicamente supone que maneja sí o sí, sino todos casi todos los medios. Yo no veo televisión, salvo algún programa periodístico, y cuando hacés zapping no se nota una gama de opiniones muy grande. Y la distribución de los recursos es muy clara. Además, yo puedo estar en desacuerdo con Clarín en muchas cosas, pero por qué no tengo que comprar Clarín si hace 40 años que lo leo.
Clarín estuvo a favor de Menem o de este gobierno y lo compraba igual. A mí no me va a cambiar la cabeza Clarín ni ningún diario, en absoluto. Creo que es menospreciar a la gente.
Es imposible reseñar la biografía del padre Servín y encerrar en un par de párrafos su obra social. El, sin embargo, intenta una síntesis por definición incompleta.
He podido vivir lo que soñé cuando era estudiante; tenía una opción clara de vivir para los pobres. Dentro de mi vocación sacerdotal a veces hemos tenido grandes dificultades, tiempos difíciles, pero creo que fuimos coherentes, queremos ser coherentes.
Que los ciudadanos se comprometan y no se encierren, empiecen a dar vida, tiempo a sus hermanos que necesitan. Y que los gobiernos en vez de entretenerse en pequeñas cosas, busquen dialogar, escuchar la voz de la gente y dar respuestas sinceras. El diálogo no es una palabra hueca. Es indispensable a todo nivel: en la familia, en un matrimonio, entre padres e hijos, con los adversarios políticos, con el pueblo. Vaciamos de sentido palabras como liberación. Todo es liberación, pero no. A veces son cadenas.
Mi mayor deseo es que la dignidad de la gente sea respetada, estamos en un momento de involución social donde la pobreza y la exclusión deterioran la vida de las personas. Y uno quisiera un país un poco más normal y en paz.
¿Y cree que es factible?
Y ¿por qué no? Si estamos llamados a ser normales.