A continuación, la carta completa de Agustina Galli:
Ilustrísimos jueces y magistrados,
Ustedes saben bien que deben separar la letra de la ley respecto de la Justicia. Saben que el derecho no lo conforma sólo el acuerdo de voluntades expresado a través de una norma, pues ésta se agota en sí misma. Los principios tienen importancia fundamental, éstos permiten salvaguardar unos intereses generales intangibles y les dan poder de reaccionar cuando la realidad así lo exige. Existen situaciones manifiestamente injustas que ustedes, operadores jurídicos, tienen el deber de solventar.
La confianza en la administración de la justicia merma cada día cuando los ciudadanos leemos las noticias. La única vía para recuperarla es dejando de propiciar situaciones injustas. Ustedes tienen la potestad de dictar fallos fundamentados en justicia material, sólo con fallos ejemplares podrán desincentivar abusos y crímenes.
¿Acaso no han jurado "por vuestro honor y aquello que consideráis el máximo valor ético, como testimonio del compromiso que contraéis para siempre, ajustar vuestra conducta a los dictados de la moral y la ética, respetar y hacer respetar la Constitución Nacional y poner al servicio de la sociedad y de vuestros semejantes el arte y la ciencia de vuestra profesión"? ¿Y que si así no lo hicieran la sociedad y sus conciencias se lo demanden?
Todos los ciudadanos argentinos queremos confiar en el Derecho como el mejor instrumento para la convivencia humana, en la Justicia como destino normal del Derecho, en la paz como substitutivo bondadoso de la Justicia, y en la Libertad sin la cual no hay ni Derecho, ni Justicia ni paz. Pero para eso necesitamos que ustedes mismos restauren nuestra fe, dormida pero no extinta todavía.
Ustedes conocen el ordenamiento jurídico y cómo se generan injusticias a través de fraudes de ley. Ustedes pueden resolver situaciones sin legislar ni decretar. No les hace falta. Tienen herramientas suficientes: los hechos y los principios que inspiran nuestro ordenamiento. Quisiéramos que si encontraran que el Derecho y la Justicia entran en conflicto, lucharan por la Justicia.
Bajo el imperio de la ley, es hora que el Poder Judicial muestre con determinación y valor su independencia intrínseca. Tomen conciencia de la importancia que su profesión y sus decisiones tienen para la sociedad. Su cometido va más allá de devolver las cosas a su estado natural, deben velar para garantizar los intereses de un estado de derecho justo. La Patria les demanda que sean miembros activos de la comunidad, sean la voz que denuncia lo que queda oculto tras un velo de legalidad. Sean árbitros justos, protectores de las gentes decentes y un último consuelo de los familiares de víctimas indefensas. Sean, por fin, la voz de Themis.
Si lo que les exigimos les incomoda o les da pereza; si no tienen la vocación requerida en sus puestos; si su función escapa a sus capacidades personales; tengan a bien renunciar al cargo que ostentan para que otros que sí estén determinados a trabajar por la Justicia puedan sustituirlos. Sean lo que deben ser o no sean nada.
Respetuosa y cordialmente, quedamos atentos.
Sus conciudadanos.
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