El caso reavivó el debate sobre el uso de espacios públicos y privados para actividades relacionadas con el maltrato animal.
Según testigos presenciales, el dueño del equino no se encontraba en el lugar, lo que descarta la posibilidad de un choque y sugiere fuertemente la participación en actividades clandestinas de apuestas.
El caballo presentaba múltiples fracturas, lo que indicaría un alto grado de violencia en el incidente: fue evaluado por el equipo veterinario de Zoonosis, que determinó que las lesiones eran de gravedad, por lo cual “lo pusieron a dormir”.