Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Decenas de ovejas murieron luego de ingerir agua del río Negro (afluente del Uruguay) contaminada con algas o cianobacterias y otras situaciones similares ocurrieron en los departamentos de Tacuarembó y Durazno, que son analizadas por técnicos de la Dirección de Servicios Ganaderos del Ministerio de Ganadería y científicos de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República.

En noviembre pasado, el productor Walter Aguerre contabilizó la muerte de 15 ovejas, lo que le implicó una pérdida de casi U$S 1.500 de producción para la temporada de esquila. A ello se suma que cada oveja utilizada para la producción lanera cuesta en el entorno de los U$S 80.

“Esto empezó hace como diez años, pero antes se veía un musgo en el agua. Ahora es como una tintura verde, espesa. Los animales entran a tomar agua y salen verdes”, explicó Aguerre a El Observador. Días después, las ovejas empiezan a adelgazar, de tal forma que “quedan chiquitas, como una liebre” y mueren en uno o dos meses. La situación afecta a unos 20 productores de la zona de Rincón del Bonete y la localidad de Cardozo, en Tacuarembó, además de la otra orilla del río Negro, en Durazno.

“Algunos han perdido más de 30 ovejas, y las que no se mueren quedan enfermas y tomando antibióticos y no las podés usar para nada. Llega octubre o noviembre y empiezan a enfermarse los animales, siempre es en verano”, agregó Aguerre.

Científicos de la Facultad de Ciencias sostienen que esto se debe a la ingesta de algas o cianobacterias iguales a las halladas en la cuenca del río Santa Lucía semanas atrás. La diferencia es que en este caso los animales, al tomar el agua directamente del lago sin ser potabilizada, sufrieron afecciones hepáticas, según explicó el investigador Guillermo Chalar. Esto indica también que si una persona tuviera contacto directo con las algas en cursos de agua, pueden sufrir consecuencias tales como diarrea o irritación en la piel, advirtió el experto.

Actualmente, técnicos realizan controles de contaminación del agua en los tres embalses del río Negro, a través de un convenio firmado con UTE que financia el monitoreo mensual de las aguas. A raíz de este trabajo, los científicos ingresaban periódicamente al campo de Aguerre para tomar muestras de agua.

Previo a esto, el productor solicitó a veterinarios de la zona que analizaran las causas de muerte de los animales y si bien se hizo una autopsia, los especialistas manejan la hipótesis de que fue por comer yuyos. Este argumento no convenció a Aguerre, quien manifestó: “Yo tengo 50 años, nací acá y siempre estuve acá. Yuyos siempre hubo”.

Chalar explicó que cuando se analizó el hígado del animal estaba verde e inflamado, signo de la contaminación por algas. Otra de las advertencias hecha a los productores es que no permitan el acercamiento de los perros al agua, ya que podrían morir en pocas horas por tener un organismo sensible. Este no es el caso de las vacas y los caballos, ya que por su tamaño toman agua en zonas más profundas y desprovistas de algas.

La inexistencia de una metodología que detecte toxinas en órganos como el hígado o músculos impide confirmar las sospechas de los científicos. El equipo de la facultad trabaja en apoyo con una estudiante de la maestría en ciencias ambientales --también es funcionaria del LATU--, para elaborar esta metodología. Esa herramienta permitirá analizar a los animales y dar un diagnóstico concreto de la causa de muerte de animales, que hoy afecta a los productores de Tacuarembó y Durazno.
Fuente: El Telégrafo

Enviá tu comentario