No había nada para festejar. Nada. Por supuesto que se entiende que el funcionamiento de las AFJPs dejaba mucho que desear. Pero siempre se omite en el análisis que las mismas estaban forzadas a tener en sus carteras gran proporción de títulos ligados al gobierno. Este último hecho hizo que se vieran arrastradas por el default de 2001 al derrumbarse el valor de esos títulos, lo cual golpeó duramente su situación patrimonial.
Repasemos un poco. El sistema previsional “de reparto” fue creado por el alemán Otto von Bismarck en 1881. Y se trata básicamente de un sistema en el cual los aportantes en actividad costean las pensiones y jubilaciones de ese mismo momento, por lo que queda claro que no se trata de un sistema de ahorros individual para previsión del retiro laboral futuro. Y aquí hay un pequeño inconveniente, como usted habrá podido vislumbrar: en 1881 la esperanza de vida era mucho menor a la actual. Según los últimos datos ésta última se encuentra en 75 años en nuestro país.
Otro inconveniente: cada vez mayor proporción de jóvenes siguen estudios superiores, retrasando su ingreso al mercado laboral y por lo tanto sus aportes al sistema. Entonces la ecuación no cierra y empeora, mientras se incrementa la proporción de personas que cobran se reduce la que aporta.
Respecto de nuestro sistema previsional, el informe 2023 de la Consultora Mercer, al analizar los sistemas de 47 países, nos otorgó la peor nota. Y no es la primera vez que nos aplaza.
Por otro lado, la tentación de los gobiernos de meter mano en el sistema previsional no es una novedad. Tal como comenta Cortés Conde (2003), el mismo Juan Perón financió parte del déficit fiscal tomando efectivo de las Cajas de Previsión; a cambio de ello les otorgó a las mismas unos títulos los cuales contemplaban intereses que resultaron muy inferiores a la inflación. Esto terminó afectando a los aportantes al descapitalizar al sistema.
¿Por qué un sistema previsional privado favorecería a nuestra economía? Simple, porque un sistema privado, pero esta vez sin la presión del gobierno para la inclusión de títulos públicos en su cartera, dinamizaría nuestro mercado de capitales al dirigir el ahorro de los aportantes hacia instrumentos financieros de cotización bursátil. Algo fundamental para que las empresas obtengan financiamiento y puedan invertir, expandirse, contratar trabajadores e impulsar los salarios al alza.
¿Es muy pequeño el mercado de capitales argentino? Muy. Un informe de First Capital Group de 2023 informa que nuestro mercado de capitales nacional representa solo el 9% del PBI, mientras que el promedio de Latinoamérica roza el 50%.
¿Importa el tamaño? Siempre. Un mercado de capitales amplio representa más oportunidades de financiamiento para empresas y de inversión para ahorristas. Contribuyendo al crecimiento del producto y del empleo. Al respecto veamos los datos de 3 países de los más desarrollados acorde al citado informe de First Capital, en concreto para Estados Unidos, Canadá y Japón. La capitalización bursátil de los mismos como porcentaje del PBI es de 159%, 138% y 121% respectivamente. Lo cual explica gran parte de su desarrollo y prosperidad.
Para finalizar esta nota resulta interesante destacar las recientes declaraciones de Larry Fink, CEO del gigantesco fondo de inversión Blackrock, respecto del desplazamiento de los Bancos Comerciales como principales financistas privados. Dijo Fink a los líderes del G7: “hoy, el mundo financiero está invertido. Los mercados de capitales son la mayor fuente de financiamiento del sector privado".
En conclusión, un sistema de jubilaciones y pensiones privado, con relativa libertad de actuación, sería uno (no el único) de los factores dinamizadores de nuestro mercado de capitales, y por lo tanto de nuestra economía en general. ¿Por qué seguir atado al insustentable sistema de reparto actual? Piénselo.