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Entender a la Gestión como una Profesión requiere de una determinada disciplina en el cumplimiento de ciertos principios y uno de ellos es poder concentrarse en lo esencial.

En los tiempos que transitamos la posibilidad de dispersarse es muy alta y con frecuencia sucede. La complejidad en la que las organizaciones e instituciones deben interactuar para alcanzar sus objetivos está condicionada por la interdependencia con las decisiones políticas, los impactos ambientales, las demandas sociales, las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial, las consecuencias de la pandemia, los colaboradores, clientes, proveedores y otros factores que afectan el funcionamiento de estas. Por ello, la concentración en lo esencial es indispensable.

La cantidad de información que recibimos cotidianamente nos invade sin piedad, mails, WhatsApp, informes, reuniones, son algunos de los ejemplos que nos afectan en las responsabilidades asumidas.

Este escenario en el que se desenvuelve la conducción es altamente peligroso por la tendencia a creer que cuantas más cosas se hacen o se participa demuestran una mayor capacidad y dinámica laboral. No es para polemizar que hay personas que se pueden ocupar de muchas y distintas cosas a la vez, pero lo cierto es que difícilmente sean exitosas en cada una de ellas.

“LO IMPORTANTE ES EL OUTPUT, NO EL INPUT”

No se debe confundir lo que se aporta, con los resultados que se obtienen; el éxito se determina por lo que se obtiene.

Los mejores ejemplos de personas exitosas se han caracterizado por concentrarse en un solo tema o en un solo campo de actividad, sea en el ámbito científico, el deporte, la música, la medicina, los negocios o el arte.

Como excepción podemos nombrar a Leonardo Da Vinci, aunque muchos se preguntan cuán brillante hubiese sido si se concentraba en una sola de sus capacidades.

Sin dudas nos encontraremos con personas que no aceptaran este principio, justamente porque argumentan que en estas condiciones es imposible poder concentrarse, pero debo decir que es mucho más difícil concentrarse cuando se tienen jefes que interrumpen con frecuencia, que llaman a reunión sin previo aviso, que no tienen en claro sus objetivos y peor aún, cuando son incapaces y asumen que sí lo son.

Ejemplos abundan en las designaciones políticas…

Personalmente he pasado por estas experiencias y realmente es muy difícil concentrarse, dejar de hacer una tarea por una interrupción inesperada requiere de mucho tiempo para retomar donde se dejó lo que se estaba haciendo. Se trabaja más y se es menos productivo, aumenta el estrés laboral y en algunos casos afecta directamente la salud.

Una de las mayores dificultades que afrontan quienes conducen sigue siendo la administración del tiempo, cuanto mayor es la responsabilidad jerárquica menor es el tiempo que se puede administrar. Responder a las demandas de los clientes, de los colaboradores, de los compromisos sociales, de las asociaciones y gremios y en muchos casos de los medios reducen el tiempo propio a un mínimo impensable años atrás.

Tomar conciencia de estas circunstancias nos obliga necesariamente a dejar de hacer cosas y a concentrarnos en lo esencial. De ningún modo es una tarea sencilla. Decidir qué dejar de hacer suele ser mucho más difícil de lo que nos imaginamos; son decisiones que nos cuesta asumir y en muchos casos nos equivocaremos, pero de lo contrario deberíamos trabajar las 24 horas al día y no parece ser esta una solución viable, mucho menos recomendable.

En síntesis, debemos tener el coraje de dejar de hacer muchas cosas y por otro lado concentrarnos en pocas y obtener resultados tangibles a cambio de no obtener nada en múltiples cosas.

Algunos estudios, entre otros el desarrollado por el psicólogo George Miller en sus investigaciones llegó a la conclusión que lo que las personas pueden mantener bajo control son siete más/menos dos cosas, por lo que se recomienda concentrarse en ese número de metas u objetivos.

Nuevamente este número es poco aceptado por aquellos que completan dos hojas de objetivos bajo la creencia que cuanto más objetivos se tienen, más trascendente es su contribución; confunden cantidad de trabajo realizado con resultados obtenidos.

Un dilema que aún no se ha resuelto es el que se vincula con la actividad intelectual y cómo definir lo esencial. Se ha podido medir la productividad en los trabajos manuales y hoy en día ya no es un problema. Incluso la robótica ha optimizado sustancialmente este tipo de tareas, pero en los trabajos intelectuales los avances son menos significativos, el factor “interrupciones” destruye cualquier tipo de medición.

Suelo utilizar el ejemplo del ¨Profesor F. Malik cuando comparte

“No conozco ningún cirujano cardíaco que haya interrumpido una operación para participar de una reunión”

Sin embargo, en el caso de las actividades intelectuales las interrupciones acontecen con frecuencia. Por ello es recomendable ganar la disciplina de aislarse en el desarrollo de éstas hasta finalizarlas.

Una tarea puede llevar 6 horas para ser hecha pero no es lo mismo realizarlas de una vez que trabajar 15 minutos cada día, lo que implicaría 24 días hasta finalizarla.

Concentrarse en lo esencial es fundamental para no caer derrotado en el exceso de trabajo e improductividad que en sus peores consecuencias nos puede arrastrar al cada vez más frecuente “Burn Out”, en español:

“SINDROME DEL TRABAJADOR QUEMADO”

La dispersión de energías en diferentes cosas a la vez es el inicio de los fracasos y las frustraciones tanto para las personas como para las Organizaciones e Instituciones.
Fuente: El Entre Ríos

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