POR LORENA MUÑOZ
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Según los datos expresados en el Registro Cívico Municipal, en el mes de julio de 1900, Don Francisco Batmalle contaba con 32 años, era argentino, de profesión declaró ser empleado y tenía domicilio en la ciudad.
Fue sin duda una de las personalidades más prominentes de la época. Supo ocupar con trabajo y dedicación diferentes espacios en las instituciones de entonces. Distinguido por su eficiencia, caballerosidad y estima se convertirá al inicio de 1928 en Presidente Municipal de Colón.
Treinta años antes, en 1898, era designado como Jefe de Policía del Departamento, puesto que desempeñará de modo ininterrumpido hasta el año 1912.
En 1907 Don Francisco Batmalle integra la Comisión Directiva del Club Colón, club que aglutinaba la sociabilidad colonense de la época, aquí se desempeñó como vocal de la comisión, junto a otros vecinos de renombre.
En el mes de junio de este año, y a modo de despedida ante el viaje de recreación que iba a emprender con su esposa, vecinos de la ciudad le otorgaron una demostración de afecto que el Diario El Entre Ríos registró en sus páginas, donde se lee: La comida a bordo del Vapor Londres cedido al efecto con que se despidió al Sr. Jefe de la Policía, Don Francisco Batmalle, que en viaje de recreo se ausenta a París. No podía ser de otra manera, dada las vinculaciones con que el obsequiado cuenta en el seno de nuestra sociedad, que así testimoniaron su afecto en la modesta demostración de distinción y aprecio. En el salón del Vapor Londres, que había sido espléndidamente iluminado, se sentaron 26 comensales entre los que figuraban los más caracterizados de nuestra ciudad y de San José. A las 9 se retiraron los asistentes gratamente impresionados de la afectuosa demostración con que querían despedir al digno funcionario y correcto caballero [ ].
En noviembre de 1912 se conoció la noticia de la renuncia al cargo de Jefe de Policía que ocupaba Batmalle. El Poder Ejecutivo de la Provincia había aceptado la renuncia que, con motivo de su pedido de jubilación, había presentado un mes atrás. Miembros respetables del comercio iniciaron trabajos para hacer a Don Francisco Batmalle una demostración que evidencie el aprecio y consideración, ya que su gestión al frente de la Jefatura de Policía había merecido todos los respetos a la opinión del departamento. Unas palabras escritas en un medio local resumen lo que significó su alejamiento del cargo y la coyuntura de aquella época:
Su separación voluntaria de la Jefatura de Policía ha de ser hondamente lamentada, por el comercio, por los industriales que reconocen en todos los momentos que la acción enérgica del Sr. Batmalle supo dar garantías que no se tenían al hacerse cargo de esa repartición. Cuando esto sucedió el departamento atravesaba por una situación de completa intranquilidad. La impunidad en que quedaran ciertos hechos delictuosos habían fomentado el malevaje que se alzaba insolente y audaz. Desde el primer día el Sr. Batmalle abrió contra él la enérgica campaña que era necesaria, poniendo en ella todo el celo, la contracción y actividad que distingue su acción de funcionario y en poco tiempo el delito fue reprimido y el vecindario tuvo garantías para la vida y la propiedad. Motivos poderosos, entre los cuales se encuentra la necesidad de reposo, consecuencia de tantos años de bregar al frente de diversas jefaturas de Policía y que el Sr. Batmalle ha hecho valer esta vez, han decidido al P.E. de la Provincia a dar a su solicitud de jubilación el trámite requerido.
La alusión de la última frase revela una situación precedente, ya que tanto el Gobernador de la Provincia Faustino Parera como su sucesor, Don Prócoro Crespo insistieron antes en no aceptarle la renuncia, conocedores de la altísima labor desempeñada por Batmalle en el cargo de Jefe de Policía Departamental. Asumirá en su reemplazo el Coronel Miguel P. Malarin, fundador de San Salvador, a quien el mismo Gobernador de la Provincia Prócoro Crespo ofrece el puesto.
Llegado el año 1915,Batmalle es elegido para formar parte del Concejo Escolar del Departamento. Espacio de singular importancia, no solo por la constante dedicación e incentivo a la enseñanza pública que manifestó en sus acciones la corporación municipal, sino también porque históricamente los miembros de este Concejo son personas destacadas por su labor y espíritu progresista.
Por ese mismo año y según el registro de vehículos de 1915-1916,Batmalleera propietario de un carruaje particular de cuatro ruedas; un carruaje faetón, registrado en 1916 y también, informa ser poseedor de un Tilbury, de cuatro ruedas.
En 1919 el Libro de Tesorería de la Corporación informa ingresos por los Carros de Abasto, entre los que figura como propietario de uno de ellos. También figura un pago por él realizado en concepto de Arrendamiento de calles cerradas.
En 1925 vuelve a integrar la nómina de los diez vecinos que integran el Concejo Escolar. En 1927 forma parte del Honorable Concejo Deliberante, ocupando la presidencia del mismo.
Y, nuevamente se llega a un lugar que ya es común en la historia de la corporación: el P.E. de la Provincia no habiendo designado un intendente para la comuna, coloca al Presidente del HCD en la situación de tener que hacerse cargo del Departamento Ejecutivo Municipal. Es así que el 1 de enero de 1928 Francisco Batmalle asume dichas funciones.
En el puesto de secretario nombró a Don Antonio E. Antonini. Don Lucilo González ocupa la presidencia del HCD. En este período son miembros del Concejo: José M. Girard (hijo); Feliciano Frossard; Francisco Pelletieri y Rómulo P.Turbil.
El 2 de mayo se le comunica al Presbítero Don Narciso Goiburu que, por resolución del HCD: queda invitado a concurrir a la próxima sesión ordinaria, a efecto de incorporarse al mismo en sustitución del titular Don Francisco Batmalle y mientras dure la inhabilidad de éste que ocupa actualmente la presidencia del Departamento Ejecutivo.
La incorporación del Presbítero Narciso Goiburu al seno de la Honorable Comisión Deliberante solo durará un corto tiempo, ya que se informa de su renuncia el 3 de julio y el HCD invita a Don Luis Morard a cubrir ese espacio.
En este período quedó habilitada la Estación Fluvial del Puerto de Colón. La misma contaba, en una parte, con espacios de oficinas para las empresas de navegación y autoridades del puerto. De la importancia del movimiento de pasajeros de esa época, da la idea el número de entradas y salidas en el primer semestre de 1927, que fue de 217.087, cantidad solo superada en el país, por igual período, por el puerto de Buenos Aires.
También durante esta intendencia quedó todo dispuesto para el funcionamiento de las instalaciones de la futura Escuela Granja Nacional de Agricultura. En enero de 1928, arribó en uno de los vapores, el Ingeniero Agrónomo Humberto Fonseca, el cual había sido nombrado Director de la institución, que, en breve tiempo, funcionaría en el campo que el Gobierno de la Nación había comprado a los señores Izquierdo Hnos., y que se encuentra ubicado próximo a esta ciudad a inmediaciones del Arroyo de la Leche. Fonseca aseguró que daría el impulso necesario para el buen funcionamiento de dicha escuela, la que será un modelo y única hasta el presente en Sud América.
Bajo la presidencia municipal de Batmalle se llevó a cabo, entre otras cosas, aquella reunión de vecinos en la casa municipal en donde se llegó a constituirla comisión que se encargaría de la recolección de fondos a fin de construir el basamento destinado a erigir el monumento al Gral. San Martín.
Un gran honor tuvo el pueblo de Colón al contar con el infatigable trabajo y dedicación que brindó Don Francisco Batmalle, no solo al frente del Departamento Ejecutivo municipal, sino también como Jefe de Policía departamental y finalmente en el rol de ciudadano, en su participación en las diferentes instituciones que contaron con su inestimable presencia y singular esmero.
Su fallecimiento tuvo lugar en nuestra ciudad el 11 de junio de 1931, al día siguiente se produjo la inhumación de los restos y al ser depositados en el lugar que los guarda, el Doctor Miguel Esteva Berga pronunció el siguiente discurso: No es solo el cumplimiento de un deber de entrañable amistad lo que me mueve a alterar el enorme recogimiento de esta triste ceremonia. Es también el cumplimiento de un ineludible deber de justicia. No es posible dejar que la loza fría cubra para siempre los despojos mortales de Francisco Batmalle sin proclamar una vez más lo que representaba este varón fuerte y altivo, este ciudadano probo, que por más de treinta años tuvo en nuestro medio departamental tan descollante actuación, perfilándose con caracteres propios e inconfundibles que justificaban el prestigio que gozó siempre en nuestra ciudad. Hace ya largo tiempo que dejó de ocupar puestos públicos y acalladas las pasiones y calmados los enconos a que diera lugar en actuación, no pudo menos de reconocerse que por sus excelentes cualidades personales.
Don Francisco Batmalle, una de las figuras más expresivas y de mayor relieve de nuestro mundo político y social, acaba de fallecer. Espíritu animado por el ideal temperamento henchido de singulares energías, sus ideas se tradujeron constantemente en acción y lucha. Olvidó siempre su propio interés. Su estadía relativamente larga en Colón está confundida por entero con el desarrollo de la vida social y política de nuestro pueblo desde hace 40 años, pues en cada uno de sus más importantes manifestaciones aparece unido su nombre. Jamás supo de debilidades ni de inconsecuencias y en la solidez inconmovible y en la absoluta unidad que guardaron todos sus actos debe buscarse lo más significativo de su personalidad. Jefe de Policía durante varios años, realizó una administración en que se dio a la vida y la propiedad en todo el departamento las garantías debidas. La delincuencia y el vicio no tuvieron tolerancia y se pudo realizar una obra de moderación que rodeó a la policía de indiscutibles prestigios.
Y cuando más tarde le tocó presidir el gobierno comunal, también su gestión mereció generales aplausos, por su dedicación constante y sus ideas progresistas que marcaron nuevas orientaciones edilicias. Su corto paso por la comuna, quedará como un modelo difícil de superar y el pueblo a quien dedicó todos sus afanes, recordará siempre el administrador escrupuloso, que dignificó la alta función a que sus convecinos lo habían elevado. Es sabido lo que socialmente significaba Francisco Batmalle.
Al frente de la Intendencia Municipal, cargo que desempeñó en su carácter de Presidente de la Comisión Deliberante, por no haber designado el gobierno quien lo desempeñara, puso una vez más de relieve sus condiciones de laboriosidad, de organización y de integridad. Al hacerse cargo de la Intendencia, pesaba sobre las finanzas comunales una deuda relativamente crecida, y en sus dos años de administración, no solo fue pagada esa deuda, sino que se hicieron adquisiciones de valor. Fue su período uno de los de más adelantos edilicios que Colón ha tenido hasta la fecha. Como ciudadano, el señor Batmalle actuó siempre en la Concentración Popular, siendo uno de los dirigentes cuya acción se evidenció en todas las luchas, por su decisión y su energía, así como por su indiscutible prestigio en el electorado.
Es así, la muerte del señor Batmalle un suceso que ha de provocar general sentimiento de pesar, desde que él no solo representaba una pérdida dolorosa para el digno hogar que enluta, sino también para el pueblo, que contaba en él a un vecino bien dispuesto para toda acción para el progreso y el bienestar local.
Toda obra que fuera de beneficio para la comunidad y que tendiera a su mejoramiento moral, material y cultural, merecía su cooperación entusiasta. Hizo de la amistad un culto. Su gran bondad, su carácter expresivo y cordial, su energía viril, su lealtad y hasta sus defectos, contribuyeron a crearle sólidas amistades, que veían en él, un elemento digno de simpatía y de aprecio. En política fue leal y sincero.Defendió con valentía sus ideales e hizo todo lo que estuvo a su alcance haciendo pesar su prestigio indiscutible, para lograr el triunfo de su partido, la Concentración Popular que lo cuenta siempre entre sus campeones más esforzados. Y a pesar del entusiasmo y ardor que ponía en sus afanes proselitistas, sus adversarios reconocieron siempre su sinceridad y caballerosidad. Fue, pues, una vida bien llevada, la suya. Y para que nada faltara, el dolor vino a enmudecerle. Aún más, un dolor soportado con estoica resignación, larga agonía solo atemperada quizás por una esperanza incierta y por los halagos de un hogar digno, en el que supo cultivar siempre todas las virtudes familiares, que tanto ennoblecen la existencia. Inclinemos la frente ante sus despojos, y quiera el Todopoderoso que su espíritu sea recibido en la mansión de la eterna paz y perdure en el goce de la suprema armonía y de la verdad suprema
Don Francisco Batmalle falleció en su domicilio en Colón, el 11 de junio de 1931. El certificado del doctor Miguel Esteva Berga indicó arterio esclerosis. Tenía en ese momento 64 años. Estaba casado con María Martinez.
De origen argentino y de ocupación última rentista, era hijo de Francisco Batmalle, francés y de Ramona Beraza, española, ambos ya fallecidos. En su acta de defunción figura que no dejó testamento.