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Como ya he comentado en distintas oportunidades el nivel de bienestar de una sociedad depende de la capacidad y profesionalidad de quienes la dirigen y de cómo asumen las responsabilidades para las cuales fueron designados.

Si se trata de una institución privada en crisis, quien tiene la máxima responsabilidad de conducir analizará e intentará encontrar las causas que la llevaron a esa situación. Factores como la falta de competitividad de los productos o servicios que ofrezca, de una estrategia errónea, de una estructura organizativa inadecuada, de procesos y soportes tecnológicos incorrectos o de la calidad de los recursos humanos afectaran la eficacia y la eficiencia que conllevaron a la crisis.

De no encontrarse las soluciones necesarias finalmente esa institución desaparecerá.

Distinto es el caso cuando se trata de un Estado, el 10 de diciembre del año pasado asumieron las nuevas autoridades gubernamentales en La Argentina, un desafío extraordinario por las condiciones de decadencia que transita el país, los indicadores de pobreza, de inflación, del estancamiento del PBI, de la informalidad laboral, de la creciente presencia del narcotráfico, de la inseguridad física, del nivel de educación, de la precariedad de los sistemas de salud, de la falta de viviendas, de jubilaciones que no alcanzan a cubrir las necesidades básicas, de empresas estatales deficitarias, de una administración pública gigante e ineficiente, de una corrupción endémica, con reservas negativas en el banco Central y una deuda por importaciones tan alta como el crédito del FMI que tanto se cuestionó, son algunas situaciones de la larga lista heredada.

Un buen liderazgo en las circunstancias antes descriptas necesariamente debe orientarse a alcanzar resultados tangibles y en tiempos o plazos cortos que le permitan mantener y/o acrecentar la credibilidad, condición indispensable para gestionar en las condiciones recibidas y en cualquier otra.

Asimismo, otro principio de una gestión exitosa es el de concentrarse en lo esencial, es decir en las cosas más importantes, en aquellas que permitan o faciliten ir resolviendo los problemas más graves que afectan la calidad de vida de los ciudadanos.

En cuanto a resultados deseables se priorizó enfáticamente reducir y eliminar el déficit fiscal bajo la premisa que el déficit es el origen de la decadencia argentina, fundamento que comparándolo con otros países de la región aparece como indiscutible.

Sin embargo, esta meta u objetivo debería ser considerado un medio y no un fin, en este sentido la no explicitación de cuál es el objetivo final y que significaría en términos de bienestar social complica su entendimiento y consecuentemente su aceptación y compromiso por parte de los distintos actores sociales.

En toda situación compleja los buenos lideres saben que un requisito necesario para un acompañamiento que conlleve al éxito, las personas involucradas deben saber hacia dónde se dirigen.

A mayor complejidad más explícitos deben ser los objetivos por alcanzar, los cuales requieren de extrema coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, sino no habrá tolerancia con el sacrificio solicitado.

Algunos ejemplos acontecidos en estos pocos días de gobierno de que no siempre hay coherencia entre lo dicho y lo hecho comienzan a mellar la confianza y a fomentar la impaciencia.

Concentrarse en lo esencial tampoco parece ser una virtud de lo actuado hasta el momento, la nombrada ley ómnibus mixtura cosas importantes y urgentes con otras que no hacen a la complejidad de la crisis por la que atravesamos. Los ejemplos abundan desde la privatización o no de los clubes deportivos a la obligación del uso de togas para los jueces del poder judicial.

Si ha sido pensado como una estrategia para negociar con la oposición aparece como muy primitiva y si no lo fue así, aparece como una propuesta de un amateur que no comprende la realidad social de La Argentina.

Cuando se trata de un Estado soberano la imposición de determinadas decisiones no hacen más que alentar las reacciones negativas, en un sistema democrático y federal las transformaciones requieren del consenso que le den validez en el tiempo, caso contrario repetiremos los fracasos de los últimos 75 años.

En relación con las medidas propuestas para llegar al déficit cero, algunas son demasiado simplistas e insensibles, (en el mejor de los casos para no querer ofender) .

Un solo ejemplo, el tratamiento propuesto para la actualización de las sumas jubilatorias es de una insensibilidad cruel, los casi seis millones de afectados no merecen un castigo que raya con lo inmoral.

Del mismo modo la intención de aplicar retenciones a las exportaciones de manera lineal a todas las actividades se contradice con la imperiosa necesidad de generar reservas para cumplir con las deudas contraídas e independencia económica en el largo plazo. Se logrará con más y mejores exportaciones.

No solo reduciendo o achicando y aumentando impuestos se alcanzará cierto estado de bienestar, ese camino es demasiado simplista y cómodo, es como pescar en la pecera.

El mayor desafío es el de generar las condiciones para crecer, agrandar la torta diría el ciudadano de a pie, se requiere de pensamientos innovativos y sobre todo de mucho esfuerzo.

Si queremos ser como Alemania en treinta años vale recordar que en Alemania la educación es pública - solo quienes tienen dificultad en el aprendizaje son derivados a la escuela privada - El transporte ferroviario también es estatal, las autopistas son construidas y mantenidas por el estado, la salud pública ofrece servicios de excelencia, las jubilaciones como mínimo cubren las necesidades básicas de los pensionados.

La inversión en investigación y desarrollo alcanzó en el año 2022 los 107.000 millones de euros, de los cuales 71.000 millones se destinaron al sector empresarial, 19.300 millones a las Universidades y 15.700 millones a entidades de investigación no universitarias. Son solo algunas características de la administración alemana!

Estos ejemplos que me he permitido exponer reafirman la necesidad de entender a la gestión como una profesión que requiere de formación, experiencia y mucho sentido común.

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