Fronteras afuera: Pueblo Belgrano
Con tanto crecimiento, locales y recién llegados empezaron a mirar fronteras afuera. Esa traza donde el límite de Gualeguaychú empieza a perder sentido y se difumina con la nada campera o sitios donde el nombre los recuerdan los viejos habitantes. Allí mismo, nació Pueblo Belgrano.En una tierra en la que confluyeron los pueblos originarios chaná, charrúa y guaraní, allá por los años ´60, una tierra poco frecuentada se recostaba sobre la ruta nacional 14, molesta por la incomodidad del ripio. La pincelada de vialidad la había dibujado por estos lares en virtud de la construcción del puente La Balsa que se erigió en 1931.
La democracia y el Pueblo General Belgrano
La primera idea de independencia fue la Comisión pro-adelanto zona El Potrero que presidió el propio Héctor A. Ipperi, además de dueño del servicio de la provisión de nafta, responsable del primer loteo. Llegaron el tinglado que daría origen a la sala de primeros auxilios, más tarde reconvertido en el centro de salud Rodríguez Artusi y los servicios: luz y teléfono. Con la construcción del Puente Internacional “Libertador General San Martin” que se inaugura en 1976, crecen los inmigrantes que se afincan en el sitio que seguía llamándose distrito Potrero del Departamento Uruguay. Con la vuelta a la democracia, en 1983 los coterráneos pidieron la asignación de Pueblo General Belgrano a la localidad.El descanso lento
Pueblo Belgrano propone un paseo cerca de casa, para hacerte una escapada mansa y conectarte con los muchos que emigraron pospandemia y le pusieron alma boutique a la idea, con una fuerte impronta turística relajada. Desde la curva de Fiorotto y el camino a la ruta internacional que une con Uruguay, la trama urbana se expande hacia el noreste.El predio dispone de espacio para alojamiento, restaurantes, quinchos y parrillas para pasar el día y juegos para niños para que también encuentren un espacio acorde para ellos.
El balneario que sorprende con arena fina y dorada
A 10 kilómetros de Pueblo Belgrano llega una de las joyas de la zona. Es que te hablan del Balneario Ñandubaysal, pero hasta que no lo ves, no te imaginás el regalito que te hacen las orillas de las aguas del río Uruguay. Se encuentra enclavado en un paraje de naturaleza autóctona que forma una especie de barrera entre la ruta y la costa. Cuando llegás, te deslumbra la arena fina y dorada, una opción apasionante para veraneantes, pero acogedoras para una tarde de sol de junio.El Parqué Unzué
Sobre la ruta que une Pueblo Belgrano con Gualeguaychú, en tanto, se extiende el predio del Parque Unzué, con 120 hectáreas dejarse estar en medio de la naturaleza. Lindero al otro río, el Gualeguaychú, se divide en dos áreas: el Parque Chico aparece a orillas del río, con playas y sitios ideales para probar suerte con la pesca, clubes y restaurantes. Por otro lado, el Parque Grande convoca a los amantes del aire libre con su Pista de Salud, para dar rienda suelta a la actividad física. Aquí también se encuentran el Club Hípico, el velódromo y el Club Carpinchos.El enoturismo de la zona
Bodega Ianni, en tanto, es uno de los espacios pioneros en la reactivación de la actividad vitivinícola de la provincia, donde, después de jubilarse, Vilma y Néstor invirtieron en el desarrollo de una experiencia de enoturismo con paseo por el viñedo, visita a la bodega, hace degustaciones e invita a su restobar. En el 2020 produjeron unas 12.000 botellas de vinos naturales, no contienen conservantes, entonces la forma de cuidarlos es mantenerlos en cavas, sin luz solar, con la temperatura adecuada.El alma a la sombra del carnaval
Pueblo Belgrano se transformó en emblema de la pospandemia. Se cansaron de recibir inmigrantes que iniciaron en este tiempo un reseteo de sus propias vidas. Joper es un restaurante de pocas mesas y un gran jardín, a la vera del horizonte donde se puede ver la puesta del sol atendido por sus dueños que llegaron apenas hace un año al pueblo y son los últimos emprendedores de la tendencia.Los pioneros son Juliana Elicalde y Guillermo Rajneri. Ellos dieron vida a Aguaclara, un emprendimiento boutique de cabañas que incluyen su vivienda y una serie de residencias a la vera del jardín y la piscina. Él quería irse a un sitio muy agreste, ella a una ciudad del interior. Acordaron un punto intermedio en las afueras de Gualeguaychú, en este pueblo casi caído del mapa de su vecina que tiene algo de lo que ambos querían: no perder de todo la vida urbana, pero ganarle mucho de descanso y naturaleza.
Agreste, cercano, amigable, sutil. Tiene el encanto de lo simple, eso de volver a las fuentes, encontrar la calma y dejar mecer por el río.