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“Luego de años con múltiples restricciones, las importaciones tienen el camino allanado para crecer con fuerza en Argentina durante 2025. La paulatina normalización en el acceso a las divisas para los importadores, la baja de aranceles en algunos rubros y la eliminación del Impuesto PAIS, en un contexto de recuperación económica y creciente atraso cambiario, conforman un escenario muy favorable para un salto de las compras al exterior”, destaca el columnista Gustavo Stok, desde las páginas del diario montevideano El País.

Según Stok, el consenso de las proyecciones anticipa un alza de las importaciones de entre el 10% y el 15% para este año con respecto a 2024. Esa estimación está basada en que históricamente por cada punto que crece el PIB en Argentina, las importaciones aumentan en torno al 3% dado que gran parte de las compras corresponde a bienes de capital e insumos para la producción. Sin embargo, esos cálculos podrían quedarse cortos esta vez. Ya en el primer bimestre del año, las compras argentinas al exterior ascendieron a US$ 11.617 millones, un salto del 33% con relación al mismo período del año pasado, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).

“Se está combinando un proceso de recuperación de la actividad económica con relajamiento de las trabas a las importaciones y apreciación cambiaria. Mientras producir en Argentina se ha vuelto caro en dólares, las importaciones están baratas. Ese panorama es muy propicio para que la recuperación económica no sea aprovechada tanto por la producción nacional, sino más bien por un alza de las importaciones”, dijo el economista Guido Zack, director del centro de investigación Fundar, en Buenos Aires.

Además del incremento de la demanda de bienes de capital, maquinarias e insumos, todo indica que este año también habrá un salto de las compras al exterior de productos finales. Una de las razones para proyectar esa tendencia es que el gobierno de Javier Milei viene utilizando la baja de aranceles en algunos bienes de consumo como estrategia para intentar perforar el piso del 2% mensual de inflación. El ejemplo más reciente ocurrió la semana pasada, cuando el ministro de Economía, Luis Caputo, anunció una reducción del 35% al 20% de los aranceles a la importación de ropa y calzado, un segmento con precios muy elevados en Argentina.

A esa reducción de aranceles en una amplia lista de productos que van desde pequeños electrodomésticos hasta café y neumáticos se sumó desde fines del año pasado la eliminación del Impuesto PAIS. Ese tributo, que gravaba con una alícuota del 7,5% a todas las importaciones, también fue removido por el gobierno de Milei con el objetivo de apurar el proceso de desaceleración de la inflación. “La apertura importadora es parte del plan para controlar la inflación. Por sí sola no puede hacer nada, pero sí es útil dentro de una estrategia anti inflacionaria. Si bien esa receta tiene costos, son costos que parte de la sociedad parece estar dispuesta a asumir en pos de bajar la inflación. Es evidente que la economía argentina viene de estar muy cerrada y un grado de apertura es necesario”, dijo Zack.

La flexibilización de las trabas que ha venido disponiendo el gobierno de Milei también incluye a las importaciones eventuales por courier, cuyos límites fueron ampliados en noviembre pasado de US$ 1.000 a US$ 3.000 por envío. Además, dejaron de abonarse aranceles por los primeros US$ 400 dólares por envío, siempre que se trate de un bien adquirido para uso personal. Esos cambios, en el marco de una fuerte apreciación del peso, vienen provocando un boom de las compras realizadas a través de empresas como Amazon, Fedex, DHL o UPS. De hecho, para hacer frente al extraordinario crecimiento del volumen de paquetes provenientes del exterior, Aeropuertos Argentina 2000 -concesionaria del Aeropuerto Internacional de Ezeiza- decidió a comienzos de este año construir una Terminal Única de Courier.
Dudas en el empleo
En paralelo a los impactos positivos esperados tanto para la inflación como para el nivel de competitividad que podrían derivarse de la apertura de la economía, el proceso también podría disparar una serie de efectos adversos. El más sensible es el probable shock que una eventual avalancha de importaciones podría tener sobre sectores altamente demandantes de empleo, más aún en un contexto de fuerte suba de los costos en dólares. Por caso, la cadena de valor textil-indumentaria en Argentina, que tiene una productividad muy inferior a la de otras regiones del mundo como Asia, y en particular China, emplea a 539.000 trabajadores, de los cuales unos 290.000 cumplen tareas en eslabones industriales.

En la misma línea, sectores muy diversos que van desde fabricantes de electrodomésticos, vehículos y maquinaria agrícola hasta productores de yerba mate y de carne porcina vienen alertando sobre un escenario de cancha inclinada que les impide competir en igualdad de condiciones con bienes provenientes del exterior. “Argentina es una economía muy cerrada que necesita más competencia, inversión y la inserción de las empresas en cadenas de valor. Frente a eso, hay muchos más pros que contras en la apertura de las importaciones. Sin embargo, algunos sectores se verán afectados. En Argentina hay altos impuestos, regulaciones que son costosas y todavía falta para alcanzar estabilidad económica”, dijo Marcelo Elizondo, consultor especializado en comercio exterior.

Otro de los riesgos del salto de las importaciones pasa por la reducción que registrará este año el superávit de la balanza comercial, la principal fuente de ingreso de dólares a la economía argentina. Tras el vertiginoso incremento de las importaciones, en el primer bimestre el saldo comercial se redujo a US$ 389 millones, muy por debajo de los US$ 2.193 millones acumulados en los dos primeros meses de 2024.

Esa tendencia podría acelerarse en los próximos meses si se prolongara la actual incertidumbre en torno a cómo continuará el esquema cambiario, un punto que es el principal motivo de tensión en las negociaciones que el gobierno argentino viene manteniendo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para acceder a nuevos desembolsos. Ante el riesgo de una inminente corrección del tipo de cambio, los importadores suelen anticipar sus operaciones para asegurarse un dólar barato.

En cualquier caso, el menor ingreso de divisas por el canal comercial, en medio de la creciente salida de dólares por pagos de deuda y por gastos de turistas argentinos en el exterior, amenaza con ampliar el déficit de la cuenta corriente cambiaria que se viene registrando desde junio del año pasado.

Ese rojo marca que la economía argentina consume más dólares de los que genera, un indicador que es monitoreado por los analistas, más aún en un contexto de reservas netas negativas en el Banco Central argentino.

En su cíclico movimiento pendular entre extremos, Argentina está virando de una economía muy cerrada a un nuevo intento de apertura importadora con tipo de cambio bajo. “El proceso de apertura todavía es gradual. Algunas regulaciones que eran trabas arancelarias se están eliminando lentamente y aún tenemos el alto arancel del Mercosur. No obstante, aunque la apertura no sea abrupta, hay un tipo de cambio atrasado que abarata las importaciones y hay sectores que sufrirán. En ese sentido, habrá que esperar qué tipo de acuerdo alcanzará el gobierno con el FMI. Si el resultado de esas negociaciones implica alguna corrección del tipo de cambio, eso será clave para la evolución de importaciones en Argentina durante este año", dijo Elizondo.
Oportunidades para Uruguay
El cambio de condiciones en Argentina pasó a ser una oportunidad para sectores exportadores de Uruguay.

En el primer bimestre del año, las ventas al mercado argentino ascendieron a US$ 85 millones, un incremento del 35% con respecto al mismo periodo de 2024, según datos de Uruguay XXI. El alza fue impulsada por las exportaciones de vehículos, productos farmacéuticos, celulosa y margarinas y aceites, entre otros bienes.
Fuente: Diario El País de Montevideo

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